Estados Unidos, 2024
Dirección: Francis Ford Coppola
Guión: Francis Ford Coppola. Fotografía: Mihai Mălaimare, Jr. Montaje: Glen Scantlebury. Elenco: Adam Driver, Nathalie Emmanuel, Giancarlo Esposito, John Voight.
Duración: 138 minutos
Una fábula épica ambientada en unos imaginarios Estados Unidos modernos donde reaparecen, apenas disfrazados, algunos personajes clave del periodo en que la república romana empezó a convertirse en un imperio. La ciudad de Nueva Roma debe cambiar, lo que provoca un conflicto entre César Catilina, un genio artista que busca saltar hacia un futuro utópico e idealista, y su opositor, el alcalde Franklyn Cicero, que sigue comprometido con un status quo regresivo, perpetuando la codicia, los intereses particulares y la guerra partidista. Dividida entre ellos está la Julia Cicero, la hija del alcalde, cuyo amor por César ha dividido su lealtad, obligándola a descubrir lo que realmente cree que la humanidad merece.
No debería sorprender demasiado que el octogenario Francis Coppola regrese al cine desde su semi retiro con una historia donde se juegan conflictos familiares y luchas por el poder: la Roma preimperial se pareció bastante al universo mafioso de los Padrinos. Para Coppola se trató de un proyecto altamente sentido, con un costo de 120 millones de dólares del que se hizo cargo personalmente, sin miedo al qué dirán y a las críticas. La película maneja una trama totalmente excéntrica, que por momentos se desvía de la historia para ingresar en el terreno de la experimentación. Entre la tragedia y la comedia, Megalópolis propone un debate acerca del momento en que una utopía se vuelve distopía. La idea básica es que, a pesar del paso de los siglos, la historia se repite porque los humanos, con nuestra razón, emociones e instintos, somos siempre los mismos. Los protagonistas, representan a la mayoría de las personas, con su ambición de riqueza, fama y poder, que los lleva a obrar con maldad para lograrlo, ya que el camino recto es más largo y difícil. Con sus referencias a César, Catilina y Cicerón, la película sugiere que los Estados
Unidos actuales son una imitación del imperio romano (recordar que uno de los mejores libros del gran Raymond Aron, dedicado a ese país, se tituló acertadamente La república imperial). El espíritu provocativo del autor de los Padrinos, La conversación y Apocalypse Now recorre esta fábula que alguien ha definido como única, profunda, ambigua, inteligente y pausada.
Coppola se despide probablemente del cine (como lo ha hecho hace poco Clint Eastwood con Jurado Nº. 2) con esta historia con moraleja, esta denuncia de la situación del mundo actual vestida de distopía. Tiene derecho a hacerlo: su carrera previa, irregular, a veces irritante, otras fascinante, le da permiso para ello.